miércoles, 18 de septiembre de 2013

HAY ON WYE (con mucho retraso, pero aquí está)

El segundo sábado de este mes de julio vinieron a mi cabeza recuerdos de cuando leía el blog de María sobre sus peripecias por Inglaterra y siempre pensé que éste era uno de los sitios que no me podía perder. Así que, sin poderme creer todavía las vueltas que da la vida, me dirigía bien temprano hasta este pueblecito de Gales en mi propio coche (bueno no es mío, es prestado por la familia, pero tenemos el usufructo).


Nada más llegar a Gales percibes que todo  el paisaje es aún más verde de lo que es en Oxfordshire. Nos advirtieron de que allí siempre hacía mucho más frío y llovía más, así que nos preparamos con sudaderas, bambas de invierno… ¡Casi nos asfixiamos! Este año en Inglaterra ha habido, durante todo el mes de Julio, una ola de calor (bueno, una ola de calor de 30º grados, tampoco os penséis que son los 45 ó 46º que tenemos en Sevilla) y si no recuerdo mal, sólo ha llovido un día. He podido dar paseos en bicicleta cada vez que he querido, hemos hecho picnic en el jardín… En fin, una situación bastante extraña, tratándose de este país.


Como digo, llegamos a Hay on Wye a media mañana (gracias a un navegador, también en usufructo, que si no, yo creo que podríamos haber aparecido en Zaragoza…), hacia un sol radiante y ante mis ojos se abría un pequeñito pero hermoso pueblo de piedra gris, con calles estrechas y con cuestas bastante pronunciadas cuando tienes tanto calor.


Creo que no vi ni una sola callejuela donde no hubiese una librería donde entrar y poder deleitarse con estanterías repletas de libros, tanto nuevos como de segunda mano (aunque predominan más los segundos).
Pero sin duda, la que más me impresionó fue la “librería” del castillo. Se trata de dos estanterías de madera, colocadas en el jardín del castillo, donde puedes coger los libros que quieras y colocar el dinero en un buzón rojo que estaba bastante escondido, y aún así la gente te preguntaba que donde estaba el buzón para pagar antes de irse. Yo creo que eso lo ponen en España y, en la mayoría de los sitios, se llevarían el libro sin pagar y hasta el buzón del dinero.

De aquí se vino conmigo una Heidi rubia (bastante diferente a la imagen japonesa de Heidi que yo tenía de pequeña). La verdad es que nunca fui de libros de segunda mano, sin embargo, cuando abrí éste, en la primera página había una inscripción, ¡era un regalo de Navidad para una niña en los años 60! Me puse a pensar si a la pequeña Janica le habría gustado cuando lo recibió, cuántas veces habría pasado sus páginas… Así que no lo pude dejar allí y me lo llevé a casa.


La hora de la comida se nos echó encima, así que paramos para disfrutar de un picnic en la sombra de un parque al lado del río Wye. Con las pilas cargadas, aunque con mucho calor, aprovechamos para dar un paseo por la ribera del río y, más tarde, proseguir nuestro paseo de librería en librería.
                                      

En una de ellas, de las últimas que visité, me encontré con la señora Gaskell. Estuve en la segunda planta de esa diminuta casa-librería durante mucho rato, pero tenía que volver ya a casa, así que con algo de melancolía tuve que dejar la conversación con Elizabeth Gaskell para cuando estuviese más tranquila en casa.




Disfrutamos mucho de la visita y se agradece el buen tiempo, aunque no fuésemos preparados para ello. Si tenéis la oportunidad de moveros en coche por Inglaterra (porque no sé si será fácil llegar en transporte público), no dejéis de visitarlo, ¡es toda una experiencia!
Poco a poco, voy cogiendo algo de ritmo en mi día a día, aunque no tengo mucho tiempo para el blog porque las horas libres que tengo las paso estudiando, pero voy a seguir viniendo a contaros mis lecturas y mis visitas, cada vez que pueda arrancarle algunos minutos al reloj.


lunes, 2 de septiembre de 2013

Cambios...



Siento haber estado desconectada casi dos meses. Pero todo tiene su explicación. 

Cuando llegué a Oxfordshire, encontré un trabajo para ese mes, bastante duro y físico, pero que me reportaría algo de dinero y no dudé en cogerlo. Así que lo que iban a ser unas vacaciones relajadas, se convirtieron en un duro mes de trabajo y dos fines de semana de descanso y visitillas (que ya os contaré, al menos, una de ellas).

Al terminar julio, tenía muchos sentimientos encontrados. Siempre suelo ser optimista y sé tirar para adelante. Sin embargo, me encontraba cansada, dolorida, un poco frustrada por el idioma, porque seguía sin verle la luz a mi vida, ni a mi futuro…  Pero seguía teniendo esperanza en los planes que, supuestamente, debía ofrecerme España.

Pero a veces pasa que las promesas que el mundo te hace, comienzan a parecerte palabras vacías. A veces pasa que te cansas de esperar a que la madera de tu cuerpo se convierta en carne de verdad. Y es entonces, cuando decides hacer un bote con esos leños que son tus piernas y echarte al mar a buscar, por ti misma, algo mejor. Con tus brazos, como remos astillados, intentas guiar un rumbo hacia un futuro muy incierto pero, al menos, hacia un futuro. No sabes si llegarás a algún puerto, si te irá bien, si te irá mal, si durará mucho o si dos millas más allá alguna corriente habrá conseguido hundirte, pero tienes la certeza en tu interior de que siempre será mejor que quedarse varada y esperar. 

Así que decidí que, a finales de agosto, volvería a Inglaterra para intentar mejorar el idioma por lo que he exprimido al máximo el mes de agosto: he hecho uno de los deportes que más me gusta (el esnorkel), me he bañado todos los días en la playa, he salido, he comido cosas ricas, me he reído, he formalizado mi relación de pareja legalmente… en fin, un poco de todo, resumiendo: ¡un agosto muy feliz!

Nadando con los peces

Eso de ahí, es el ojo de un pulpo

Medusa

Cáscara de erizo de mar que ha perdido las púas

Aún no sé si he hecho bien o si me he equivocado, pero aquí estoy en Oxfordshire, intentando aprender inglés para poder abrir otra vía con la que llegar a un futuro con un trabajo “normal”. Me está costando un poco la adaptación, la verdad, porque estoy en un pueblo muy pequeño donde las relaciones sociales son escasas (mi extrema timidez tampoco me es muy útil) y, a veces, siento que no aprendo y que estoy malgastando mis días. Pero bueno, supongo que tendré que esperar un tiempo prudencial y no ser tan derrotista.  Mientras, me dedicaré a esperar a este otoño que se acerca...
Campos segados de Oxfordshire

Parece que estoy dentro del Seto de las Zarzas (J. Barklem)

Así que, a partir de ahora, intentaré seguir actualizando el blog con normalidad, sólo que desde otras coordenadas.
Un beso y, de nuevo, siento mucho haber estado tan callada.